lunes, 26 de septiembre de 2016

Nocturna

Hola, ¿cómo están? Confío en que todo vaya bien para ustedes. Tenía deseos de realizar esta entrada desde hacía mucho tiempo. Las excusas para no concretarla son variadas y de poca importancia, así que iré directo al punto.

No recuerdo haberles participado que asisto a las reuniones del Centro literario Ateneo de San Bernardo, donde, claro, está presente la creación literaria, sin embargo, no es la única esfera en que participa sino que en las del arte en general. Participar de este grupo ha sido de crecimiento y oportunidades. El mejor ejemplo de ello es la posibilidad de publicar alguno de mis escritos en la revista Aurora Boreal, administrada por el centro literario.

A continuación dejaré un texto que apareció en la revista Nº23, en cuya portada aparece la participación de Antonio Paillafil, artista local en la Expo Milán 2015 (si desean ver el número completo pueden ingresar aquí). También aprovecho la instancia de agradecer a Fefa, mi hermana, quien proporciona un rostro, por así decirlo, a mis escritos con imágenes que se ajustan a ellos.
  

Nocturna



Sin un final jamás existirá un principio. Nadie ha querido entender que la muerte es un proceso inherente a la vida; infinidad de excusas abundan en la memoria de quienes pretenden olvidarlo, sin embargo, la vida que me detuvo, hoy, viene a buscarme.

Puede ser que la sabiduría no tenga relación alguna con el vivir, no tengo mayor conocimiento de la experiencia por mis propios medios. Fueron otros ojos, otros oídos, otras voces, otras conciencias las que me han permitido conocer el mundo. Hablar nunca fue una fortaleza que poseyera. Jamás pude decirle a mamá cuán ridículo era ver que adornara con flores mi cabello. Por más que me esforzara, las palabras no conseguían salir. Mi boca se enmudeció y el paso del aire comenzó a transitar desde mi garganta. Incluso antes de la traqueotomía no alcancé a decir mi primera palabra, porque la piedra incontenible y voraz que rondaba mi cerebro no lo permitió.

En incontables oportunidades escuché a mamá comenzar la historia. Un comportamiento errático le hizo sospechar que algo no iba bien, como si el hecho de no hablar a los dos años nunca fuese un motivo de alarma, pero no la culpo, ella no lo sabía.

Desconocía por completo los detalles que hacían gracioso mi andar; salir en dirección contraria cuando papá llegaba a casa; caer y antes de volver a levantarme, otra vez, caer; dar de manotazos al aire para no equivocarme y abrazar al doble que poseía mi hermano, ahora sé del perdón a mi equivocación por la queja silenciosa y el beso que venía después enseñándome la ventaja de ser menor.

No tengo certeza de cuán afectada está mi visión, pero a través de la ventana he observado a la muerte en un vaivén, la veo indecisa. La he esperado con resignación. A veces, la veo avanzar por el horizonte. Nunca traspasa los barrotes que desconectan mi mundo con la realidad. En primavera, largas noches ronda el árbol de cerezas atrás de la casa, lo observa: va y vuelve, como si en las flores encontrara una fortaleza que impide su paso libre, sin demora por mi habitación. En invierno, aparece con mayor frecuencia cuando la luna no interfiere con su luz, aunque se queda menos, pero siempre es solo por las noches.

Creo entender porque le gusta el silencio y la oscuridad. Nadie que disfrute del bullicio lo haría, pero yo sí puedo. Al igual que ella tejo historias al amanecer.

miércoles, 18 de mayo de 2016

Letras impresas: Tu foto



“No existen historias, parece que huyen al saber que las busco. Miro de lejos, solo, expectante, sin manera de cambiar el día. La vuelta es idéntica, sin experiencias, sólo consumir y llenar la nada, cabizbajo diviso un espejismo”.
       
Tu foto, de José Luis Escobar, es el segundo libro de este escritor chileno y al cual no se puede negar la sorpresa que a cada paso de página van entregando sus historias.


El fragmento con que se inicia la entrada, pertenece a un relato que lleva por título: “Perros” y no sólo fue escogido porque hace juego con la portada del libro, sino que además representa parte de su esencia.

Los {Relatos}, clasificación entregada por el mismo autor desde un principio, parecen inconexos en primera instancia, pero al avanzar, las consonancias que entrega el hablante a los personajes y sus historias, que predominan en primera persona, consigue o más bien permite, a quien lee, entramar cada texto en un todo; donde la sutileza sicológica con que son tratados descubre un mundo carente de esperanzas.
         
De forma poderosa llama la atención que, la aparición de nombres escasea; y ciertamente no son necesarios, aunque los hay. En lo particular me quedó uno dando vueltas: Mary Jane González, un buen reflejo de esa gracia dada en países como el nuestro.

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Nota: Quiero contarles que es la primera vez que consigo la autorización de un autor para colgar en la entrada un fragmento de su trabajo; y sí, es emocionante. La razón se debe a que José Luis Escobar, autor de Tu foto {Relatos}, viene trabajando el oficio desde 2012 en San Bernardo, lugar en que hemos coincidido por la asistencia al taller de literatura que mencioné tiempo atrás.

sábado, 14 de mayo de 2016

Antes de terminar el día



¡Hola!, como siempre confío en que se encuentren bien. Y si no lo están, arriba el ánimo que a pesar de todo después de la oscuridad el sol sale, se le ve con mayor o menor fuerza, pero hasta ahora siempre ha salido.
       
No quería terminar el día sin contarles de una actividad a la que pude asistir gracias a una invitación realizada por José Luis Palomera, pintor y escritor, hasta donde tengo conocimiento. Se trató de una mateada y cuya convocatoria llevaba por nombre, como corresponde, “Gran mateada multicultural”, realizada en la comuna de Calera de Tango. Como supondrán la conversación estuvo amenizada por el mate y donde se trataron diversos temas.

No puedo hablar de todos ellos, pues llegué tarde debido al trabajo; en un ambiente grato descubrí que se estaba hablando de la labor de una directora de escuela quien expuso su trabajo desde la cercanía con los alumnos y también la presentación de una concejal que en su experiencia como mujer y habitante antigua de la comuna ha trabajado en beneficio de los vecinos. Más tarde, y para mi sorpresa, me avisaron que había llegado justo al cierre, así que tendría que pasar una vez finalizara su exposición la concejal. Hasta ese instante sólo había tenido tiempo de calmar mi respiración, porque para colmo caminé en dirección contraria al lugar del evento que era la Biblioteca Anita Puz Acosta.

Ya con mate en mano, el que de forma generosa me ofrecieron, pase a la lectura de Nocturna, relato de mi autoría que fue publicado en la revista Aurora Boreal del Centro Literario El Ateneo de San Bernardo, el cual les presentaré en otra entrada. Confieso que para estar en un grupo de personas que aún no conocía me sentí acogida, creo que en escasas oportunidades se genera esa empatía y por lo visto fue en ambas direcciones. 

Les dejo unas fotografías tomadas a los organizadores y que representan al evento:



domingo, 8 de mayo de 2016

Letras impresas: Cumbres borrascosas



“1801:

Estoy de vuelta después de haber hecho una visita al propietario de mi casa, único vecino que pueda preocuparme. En realidad, este país es maravilloso. Yo no creo que en toda Inglaterra hubiese podido encontrar un lugar más apartado del mundanal bullicio. Es el verdadero paraíso para un misántropo; y el señor Heathcliff y yo parecemos la pareja más adecuada para compartir este desierto. ¡Qué hombre magnífico! De seguro se hallaba lejos de imaginar la simpatía que me inspiró al sorprender cómo sus ojos se hundían en sus órbitas, llenos de sospechas, en el instante en que yo detenía mi caballo, y cómo sus dedos se escondían con huraña resolución aún más profundamente en su chaleco, cuando le dije mi nombre”. Capítulo I


Si estuviese yo en el cielo, Nelly, sería muy desgraciada.

Porque no es usted digna de ir allí respondí. Todos los que no están limpios de pecado serían desgraciados en el cielo.

No es por eso. Una vez soñé que estaba.

Ya le he dicho que no quería que me contase usted sus sueños. Me voy a la cama protesté interrumpiéndola de nuevo.

Se echó a reír y me obligó a  permanecer sentada al intentar levantarme de la silla.

¡No te apures! —chilló—. Iba únicamente a decir que el cielo se me antojó que no era mi verdadera morada. Me destrozaba el corazón a fuerza de llorar para volver a la tierra, y los ángeles se enfadaron tanto, que me arrojaron en medio del páramo, yendo a caer en la prominencia de Cumbres Borrascosas, donde me desperté llorando de júbilo. Esto te explicará mi secreto lo mismo de bien que hubiera podido explicártelo el otro sueño. Igual me da casarme con Edgar Linton que estar en el cielo, y si el perverso de mi hermano no hubiese rebajado tanto a Heathcliff, nunca habría pensado en esa boda. Pero casarme con Heathcliff sería rebajarme a mí misma. Jamás sabrá cómo le amo, y no porque sea guapo, Nelly, sino porque es más que yo misma. Sean cualesquiera las esencias de nuestras almas, la suya y la mía son idénticas, mientras que la de Linton es tan desemejante a las nuestras como lo es el rayo de luna del relámpago, y el hielo del fuego”. Capítulo IX


“1802:…

No. Primero tienes que leer de corrido, sin una sola falta. 

El interlocutor masculino empezó a leer. Era un joven decentemente vestido, sentado ante una mesa, con un libro delante. Su hermoso rostro resplandecía de júbilo y sus ojos tenían que esforzarse por no saltar de la página en que se fijaban, a una mano pequeña y blanca que se apoyaba en su hombro y que le llamaba al orden con un cachete en la mejilla cada vez que daba tales muestras de distraerse. La persona a quien la mano pertenecía estaba colocada detrás de él. Sus bucles ligeros y sedosos se confundían con los negros mechones del discípulo al inclinarse para ver cómo iba el trabajo de éste. En cuanto al rostro… Afortunadamente no podía vele el rostro, porque, de lo contrarío, no hubiera habido modo de estar atento a la lección. Yo sí podía vérselo, y me mordía los labios de rabia por haber dejado escapar la ocasión de hacer algo más que contemplar aquella cautivadora belleza.

Terminó la lección, no sin que el alumno incurriese en algún que otro disparate, pero reclamó su recompensa y recibió cinco besos por lo menos, que, por su cuenta, devolvió generosamente. Luego vinieron hacia la puerta, y por su conversación deduje que iban a salir a dar un paseo por el páramo. Me figuré que Hareton Earnshaw me condenaría de corazón, si no de palabra, a lo más hondo de los abismos infernales, si dejaba ver en aquel momento mi importuna persona. Así, consciente de la bajeza de mi envidia, me escabullí por la parte de atrás en busca de refugio en la cocina. Tampoco había obstáculos de aquel lado. A la puerta estaba sentada la vieja Nelly, que cosía tarareando una canción, interrumpida a veces por unas cuantas palabras adustas, sarcásticas e intolerantes, que provenían del interior, y cuyos acentos nada tenían de musicales”. Capítulo XXXII

Mentiría si no confesara lo difícil que resultó dejar este libro una vez llegado su final y, sería una falta a la verdad aún mayor si no mencionara el hecho que me llevara varios años animarme a leerlo. La excusa predominante era el salto en el tiempo que, según yo, poseía la historia; pero como han podido ver no he conseguido limitarme a sólo un extracto de ella, debido al entramado singular que consiguió Emily Brontë con ésta su primera y única novela.

Con un narrador que es en parte protagonista inicia la exposición de su llegada a un lugar que posee una historia oculta para él y que poco a poco conocerá de la mano de otro personaje. La unión del pasado, presente y futuro que alcanza Cumbres borrascosas se produce por una extraña, tormentosa y no vivida relación de amor entre dos de los personajes; los cuales, en una opinión muy personal, pierden, por su propio egoísmo, las oportunidades que se les presentan para ser felices hasta que el tiempo los alcanza, como a todos, con la muerte. Y a pesar de lo reveladoras que pueden ser las palabras precedentes la historia no termina ahí; así es que invitados quedan a disfrutar de una excelente obra literaria que sorprendió a esta humilde lectora de manera grata; demasiado grata diría yo.

lunes, 4 de enero de 2016

¿Buenos propósitos?



¿Cómo les ha ido con el comienzo de este nuevo año? Confío que bien, aunque visto de un punto pesimista… no creo que un segundo haga la diferencia. Las circunstancias, las convicciones, y hasta las esperanzas en que se vive no deberían marcarse por un lapso de tiempo tan efímero o, por lo menos, no tendríamos que atribuirle tanto poder.

Parece que el mercado nos ha rodeado el cuello y nos tiene pendiendo de un hilo; alguien puede explicar por qué el ajetreo “normal” de estas fechas nos puede brindar felicidad. Hemos predeterminado un estado a pequeños estímulos que conllevan grandes esfuerzos.

Primero, la navidad. Es una época linda del año, por el atribuible sentido espiritual, sin embargo, ¿quién lo recuerda mientras una larga fila se interpone entre el presente soñado (con el cual se piensa hacer feliz a otro) y la caja para el pago? O con la cena, el trámite más insatisfactorio de todos.

En segundo lugar, los preparativos del año que se aproxima. Los siete días que separan las fiestas no consiguen ser suficientes. Las filas continúan, ahora en el supermercado; lugar donde ni las ofertas ni los problemas escasean.

No considero ser detallista, porque asentado está que en su mayoría tienen sus propias experiencias con la fecha.

Las frases típicas como: “¡Qué se cumplan todos tus deseos!”, “¡Qué este año sea mejor que el anterior!”, agotan la paciencia; también, los discursos pre y post momento, donde no falta el irrepetible personaje que año tras año menciona lo mismo.

Por mi parte, no sé bien qué decir; tal vez… que se esmeren, que ponga todas sus esfuerzos en lo que los apasiona, que no permitan que los malos momentos los detengan, que su bienestar sea pleno y no permitan que las circunstancias o las personas interfieran en él; pero sobre todo que aprendan, los días no pasan en vano. Llegará el momento en que mirarán  su pasado y lo harán sin resentimiento, lo harán de una manera sabia; donde todo lo vivido se verá reflejado en el espejo, ni tan mágico, que es la vida.