lunes, 20 de julio de 2015

Letras impresas: Impresiones de un recién nacido

        
¿Mi primer recuerdo? ¿Por qué no?

Las primeras impresiones son las que más duran y la entrada a la vida no es un hecho tan insignificante como para olvidarlo al otro día.

Si la gente no relata sus emociones de recién nacido, no es porque las haya olvidado, como dice. Ésa es una simple disculpa para no referirse a una época desmedrada de la vida. Al hacerlo, proceden de igual modo que el nouveau riche, que dice no recordarse de los modestos empleos que desempeñó en su juventud, o que el indultado, que por nada de este mundo hace alusión al tiempo en que estuvo preso.

Yo seré más franco que ellos.

Mi primer recuerdo data de una noche de agosto de… en obsequio a mis contemporáneos aún solteros, me abstendré de dar el año en que impuse a mi padre la primera molestia de mi vida —a mi madre venía molestándola desde tiempo atrás—, obligando al pobre caballero a levantarse a espetaperros para despertar y molestar a su vez a una serie de personas: médico, cuidadora, etc., que no tenían nada que ver con el asunto.

Cierto es que yo también sufrí molestias. El aire, así de buenas a primeras, está muy lejos de ser agradable… Es frío, y penetra por los oídos, las narices y los ojos como si uno anduviera en aeroplano. Para colmo el médico, con el pretexto de que el chico está un poco asfixiado, comienza a jugar con uno a la pelota, lo que no puede ser más deprimente para la personalidad del recién llegado. Al fin y al cabo, se es la visita y debía tratársele con mayores consideraciones.

Grité con indignación y me resultó un sonido ridículo, mezcla de balido de cabro nuevo o de maullido de gato, absolutamente fuera de tono con la gravedad y el carácter sentimental que revestían los acontecimientos…

… A pesar de la de libertad y de los abusos que solían cometer conmigo besuqueos, cosquillitas en la barba, etc., la vida aquella tenía sus encantos. ¡Cómo voy a olvidarme de esos tiempos!

Lo que acaban de leer es parte de la primera crónica que aparece en el libro “En Tontilandia”, recopilación que aúna buena parte del trabajo de Jenaro Prieto en el periódico El diario ilustrado de Santiago, en la sección Al pasar. El título también hace alusión a la isla de Tontilandia, lugar en que el autor trata de recrear en paralelo y a su manera la vida en el país.

Siendo abogado de profesión, este escritor chileno, no solo dedicó su vida literaria a la producción de crónicas; fue autor de dos novelas: Un muerto de mal criterio y El socio. Pero bueno, abocándonos a lo que nos reúne… “En Tontilandia”, se refleja el eco de una sociedad no tan lejana a la nuestra. A pesar del tiempo y de las situaciones, aún hoy se puede disfrutar del sarcasmo y la sátira con que fue dibujada gran parte de la realidad chilena de la primera mitad del siglo XX: políticos, literatos, funcionarios públicos, periodistas, contadores; y por supuesto, él mismo.

Confieso que leer sus crónicas me entretuvo demasiado y no descarto subir nuevos fragmentos de su trabajo. ¡Hasta la próxima!

jueves, 26 de febrero de 2015

Un día lejos del paraíso

VIII


Con el despertar creciente de la vida humana en Gabriel se encendió una alarma. Hasta ese instante muchos en el cielo habían pasado por alto varias circunstancias de la transformación del ángel. No se había tenido en cuenta la verdadera razón y que era desde todo punto de vista fundamental: Gabriel, jamás había sido un ángel guardián; y por primera vez y a la luz de las nuevas circunstancias, deberían intervenir de manera directa en la vida de un humano.

El arribo del padre de Estela al fundo no era casualidad. Movido por extrañas circunstancias, Juan, no logró quitar de su cabeza la curiosa proposición que Mario había expuesto no solo por la culpa. Éste último, desde la entrevista tan inapropiada con Estela no había conseguido sacar de sus pensamientos a la mayor de las Fuentealba, necesitaba disipar sus dudas y no había encontrado mejor manera que solicitando permiso para entablar relación con ella de manera oficial. Por esa razón se había dirigido al padre, ocultando, claro, todo lo acontecido en la biblioteca. Cristian, como buen culpable se había sumado al viaje para evitar ser descubierto. Desde que su amigo manifestara la intención de cortejar a Estela, Cristian, había presentado un cambio radical en su comportamiento; hizo notar y expresó la creciente necesidad de mantenerse con los pies en la tierra y abandonar su disipada vida en la capital para formar parte del grupo que se dirigía a Los Coihues. El camino que, en más de una ocasión, presentó dificultades por el exceso de agua en las siembras formando charcos de lodo difíciles de traspasar, no fue agradable para los viajantes; sobre todo para los más jóvenes que ansiaban llegar con prontitud.

Pedir que aquella escena de la biblioteca fuese un secreto y en lo posible hacer de cuentas que nunca ocurrió era el pensamiento que rondó todo el camino a Mario. Contempló con agrado la posibilidad de recibir el perdón de Estela una vez que ella viera lo arrepentido que se encontraba. En ningún caso, cruzó por su mente el amargo recuerdo que guardó de inmediato al bajar del carruaje. Ver a Estela llegar por uno de los costados de la casa, y contemplar lo radiante que se encontraba al ser acompañada por otro hombre arrebató en un segundo su esperanza y cada uno de los planes que había imaginado con precisión.



Frente a un cuadro tan complejo, parte de la solución se presentaba al cielo; en algún punto el equilibrio había desaparecido y no fue en el momento que Gabriel se transformó en humano. Todo lo que ocurrió después no fue más que la consecuencia de haber permitido que Estela viviera. Con la vida que a ella se le otorgó no existía más alternativa que acompañarla con un ser inmortal. Finalmente, las piezas habían sido puestas de manera tan sutil que ninguno de los presentes barajaba la posibilidad de ser usado en un juego que no les pertenecía. 

lunes, 19 de enero de 2015

Aún quedó tiempo



         ¡Hol@!, es una alegría inmensa comunicarme con ustedes. Confío en que se encuentren bien, que disfruten de las cosas buenas que tiene la vida (oh, me salió como una antigua canción, creo que de Wilfrido Vargas).

         No tengo idea del porqué, pero al juntarse el final y el comienzo del año no me sentí muy entusiasta con la idea de festejar. No quiero pensar en un ataque de pesimismo sólo que me pareció, luego varias reflexiones, un tanto absurdo el caer en toda la parafernalia que se gesta en ése período del año. Eso sí, no puedo negar que llegado el momento me subí a la máquina y festejé más o menos como corresponde; claro, porque el pensamiento de antes rondó mi cabeza a cada momento.

         Bien, alejando los rodeos… quiero compartir dos cosas de esta fecha que fueron muy representativas: lo primero se trata de un auto-regalo de Navidad; no sé si les mencioné en alguna oportunidad que participo en un taller de literatura y como es de suponer existen escritores publicados. Con el ánimo de conocer un poco de la literatura contemporánea de mi país, adquirí uno de los tantos libros que ha publicado el profesor del taller, “Mentirosa” de Yuri Pérez.



         Esta novela está pendiente de lectura y es que por asunto curioso del destino, al tiempo que envolvía el libro, una amiga que conocí en el taller, me prestó “La muerte de Fidel”, escrita también por Yuri Pérez; y confieso que me sorprendí gratamente, no solo porque me gustó sino porque en la forma que está escrita es algo nuevo, por lo menos para mí.

         Ahora señalaré el segundo motivo de esta entrada, el cual es agradecer una linda sorpresa que recibí por final de año. Francya, se lució con un presente de todo mi gusto. El regalo consistía en un libro de Federico Gana, con cuentos del campo chileno; un ejemplar de “Santiago en 100 palabras” que incluye los cien mejores cuentos y su respectivo separador; unos stickers de lo más original que encontró en una galería que se especializa en ilustración, historieta y gráfica; y finalmente, lo que más aprecio: el relato de su periplo para conseguir todos los detalles que hicieron de este regalo algo espectacular.   


         Bueno no les quito más su tiempo, me despido, espero que estén muy bien y que su comienzo de semana haya sido excelente.